Al igual que el curso pasado, durante este curso vamos a conocer y trabajar diferentes autores y sus obras.
El primero que vamos a trabajar es Francisco de Goya y Lucientes, un importantísimo artista español.
Antes de introducirnos en sus obras, y para conocerlo, en el primer trabajo tenemos que elaborar entre todos una biografía del artista. Para ello dividimos su vida en diferentes etapas.
Aquí tenéis algunos aspectos relevantes de cada una de ellas:
NACIMIENTO Y FORMACIÓN
Goya
nace el 30 de marzo de 1746 en Fuendetodos, provincia de Zaragoza. Los padres
vivían ya por aquel entonces en la capital aragonesa, y no se sabe por qué
circunstancias se desplazaron en esas fechas, al pequeño pueblo donde la familia
de la madre tenía algunas posesiones, y del cual ella procedía. El padre, José
Goya, era dorador y tenía taller propio en Zaragoza, aunque nunca pasó de ser
un artesano modesto. Engracia Lucientes (la madre del pintor) descendía de
hidalgos rurales y pobres, que como ya se ha dicho, tenían casa y algunas
tierras en Fuendetodos, pequeño pueblo que se halla en una de las comarcas más
desoladas de Aragón.
A
los trece años, Goya ingresa en el taller de José Luzán, pintor local de obras
religiosas y de carácter convencional, como aprendiz; allí obtuvo las bases de
su arte, a través de la copia de grabados y modelos de escayola. Al cabo de
cuatro años y tras algún contratiempo en
los concursos de la Academia
de San Fernando, Goya viaja a Italia (1770) donde conoce directamente las obras
del arte clásico. El viaje debió de durar aproximadamente un año, ya que a
finales de 1771 ya estaba de vuelta en Zaragoza, donde recibió el encargo de
pintar la bóveda del Coreto en la
Basílica del Pilar.
TRASLADO
A MADRID
En
1775, casado ya con Josefa Bayeu, Goya se instala en Madrid y comienza a
trabajar para la Real
Fábrica de Tapices, que dependía directamente de los pintores
del rey, y para la que estuvo realizando encargos aproximadamente durante unos
quince años. En ese tiempo además, Goya se fue abriendo camino en la Corte como retratista de las
principales personalidades de la capital, labor que, además de promocionarle
profesionalmente, le permitió conocer a los intelectuales más importantes de
entonces y entrar en contacto con la nobleza ilustrada y más progresista,
partidarios todos ellos, de la modernización que pretendían los ministros de
Carlos III.
En
1780 presenta en la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando una Crucifixión de
Cristo, realizada en estilo neoclásico, que le permite ingresar como miembro de
la misma. Seis años más tarde, Goya es por fin nombrado Pintor del Rey con un
sueldo fijo de 15.000 reales. Poco después, tras la subida al trono de Carlos
IV (1789), Goya obtiene un nuevo ascenso y es nombrado Pintor de cámara. Su
carrera como funcionario de la
Corte culminará no obstante, diez años más adelante, al ser
nombrado Primer Pintor de Cámara (1799).
ENFERMEDAD
Y MADUREZ
A
finales de 1792 Goya cae gravemente enfermo, sin que sepamos con seguridad cuál
fue el mal que le aquejó, aunque se sospecha que pudo tratarse de un
envenenamiento por el plomo que contenían algunos de los materiales que usaba
habitualmente en su trabajo. El caso es que tuvo que estar unos meses
convaleciente y además, como resultado de la enfermedad, perdió definitivamente
el oído. Una vez repuesto de la enfermedad y tras adaptarse a su sordera, Goya,
que ya en este momento estaba considerado como el mejor pintor de entonces,
continúa su trabajo atendiendo a numerosos encargos, y como retratista de los
reyes.
En
1797 el pintor publica una serie de estampas grabadas al aguafuerte y
aguatinta, que se conocen con el nombre de los “Caprichos”, y que constituyen
el comienzo de su carrera como grabador de renombre universal. Entre los temas
tratados se mezclan las críticas de carácter social hacia personajes típicos
del Madrid de aquellos años, como el petimetre, el majo, la buscona, etc, junto
con escenas de brujería y otras de carácter fantástico y de difícil interpretación,
que Goya seguirá cultivando el resto de su vida y que actualmente se consideran
la parte más moderna de su obra.
GUERRA
DE LA INDEPENDENCIA
En
1808 estalla la guerra contra Napoleón, y toda la península se ve sacudida por
una ola de violencia y crueldad sin límites, que se reflejará de forma
magistral en la obra del genial aragonés. Goya vivió toda la contienda en
Madrid, excepto un breve viaje a Zaragoza al principio de la misma, y conoció
de primera mano, o por referencias, varios de los episodios más significativos
de la guerra. Fruto de esta experiencia son algunas de las producciones más
importantes de su carrera. Por una parte reflejó en dos soberbios lienzos (“La
carga de los mamelucos en la
Puerta del Sol” y “Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808” ) la revuelta del pueblo
madrileño al inicio del enfrentamiento; pero además a lo largo de los años que
duró la lucha, recogió en una serie de dibujos y grabados toda una galería de
los hechos más violentos y desgarradores de los que tuvo noticia. Son los llamados “Desastres de la guerra”, que constituyen una denuncia de la barbarie
que se produce cuando se desata la violencia.
La
guerra duró seis años y en ella se produjo por primera vez en la historia, un
fenómeno importante desde el punto de vista militar, es decir la aparición de
las partidas guerrilleras: grupos de civiles armados que hostigaban
continuamente al ejército invasor. Esta forma de lucha se demostró tan eficaz,
que desde entonces todos los ejércitos del mundo la incorporan entre sus estrategias
de combate. No obstante, en la
Guerra de Independencia española, también intervino el
ejército inglés que colaboró de manera decisiva en la derrota de los franceses.
ÚLTIMOS
AÑOS
Con
la derrota de los franceses, en 1814, Fernando VII vuelve a España e impone un
gobierno absolutista, que persigue a toda persona sospechosa de simpatizar con
los liberales. Goya que es ya un hombre mayor y con problemas de salud, realiza
sus actividades cada vez más alejado de la corte. Durante estos años, además de
diversos encargos para instituciones y particulares realiza una nueva serie de
grabados, la Tauromaquia ,
donde también podemos observar su realista y original enfoque de cualquier tema
que aborda, y su maestría como grabador.
En
1819 compra una finca en la ribera del Manzanares, a las afueras de Madrid, la
denominada Quinta del Sordo, en la que vivirá hasta 1823. En las paredes de
esta casa Goya realiza una serie de pinturas murales de carácter enormemente
enigmático, de colores sombríos y técnica expresionista, conocidas
universalmente con el nombre de "Pinturas Negras"; en ellas el pintor
vuelca sus obsesiones más íntimas y se adelanta en cien años a las corrientes
pictóricas de su tiempo.
Tras
unos años de predominio liberal, en 1823, los absolutistas vuelven a imponerse
en el gobierno, desencadenando una fuerte persecución contra sus rivales
políticos. Goya que siempre había simpatizado con los liberales, opta por
exiliarse en Francia. Allí pasará los últimos años de su vida (concretamente en
la ciudad de Burdeos), pintando escenas de toros o realizando retratos de sus
amigos exiliados políticos como él,
además de experimentar con una nueva técnica de grabado, la litografía,
con la que también consigue importantes logros.
En
1828 Goya muere en Burdeos a la edad de 82 años. Su cuerpo fue enterrado en esa
ciudad francesa, en la que permaneció hasta principios el siglo XX en que fue
trasladado a la ermita de San Antonio de la Florida en Madrid, que él mismo había decorado
casi treinta años antes. Allí reposan sus restos en la actualidad.
ENLACES INTERESANTES EN RELACIÓN A GOYA
INFOGOYA96
GOYA EL GENIO ARAGONÉS
NUESTROS MURALES
No hay comentarios:
Publicar un comentario